De aquel lejano 6 de julio de 2003 pasaron 2.412 días. Mañana será el día 2.413. Aquella tarde invernal en la que los canallas cerraban el torneo Clausura con un aplastante 7 a 2 sobre Boca (vino con un equipo alternativo) Luciano Figueroa anotó 5 goles y se convirtió en el goleador del certamen. Esa tarde fue la última que Lucho se calzó la camiseta de Rosario Central. Pero las vueltas de la vida quisieron que el último gran goleador surgido de la cantera regrese al club. Por eso mañana contra Chacarita los hinchas podrán ver nuevamente a Lucho en acción. Es casi un hecho que si va al banco algunos minutos jugará, pero por cómo viene la mano, todas las fichas están puestas para un Figueroa minuto uno. Sí, desde el arranque. Así quedó planteado el cuadro de situación luego de la práctica matutina de ayer en Arroyo Seco.
"Todavía no puedo confirmar nada, pero lo de Lucho es una posibilidad. Todo dependerá de lo que exprese el jugador", dijo el técnico Ariel Cuffaro Russo ante la consulta acerca de la presencia de Figueroa. Minutos más tarde, el delantero optó por la cautela. "Al menos concentro. Después quien decide si estoy adentro o afuera de la cancha es el técnico. Vamos a ver cuál será su decisión", tiró el jugador, el último en retirarse del predio. De todas formas aclaró: "Mis ganas están". Contundente.
Ovación ya había dado cuenta en su edición de ayer acerca de la posibilidad de ver a Figueroa desde el inicio. Y ayer esa chance quedó más cerca. Claro que además del deseo de los hinchas de reencontrarse con Lucho está el anhelo del cuerpo técnico de ponerlo ya en movimiento. Si bien Cuffaro argumentó que "aún le falta un poco de ritmo", también tiró una frase imposible de soslayar: "Para ganar hay que meterla", respondió ante la consulta sobra la falta de gol del equipo (aún no convirtió en lo que va del Clausura).
"Uno siempre tiene ganas de jugar, pero tampoco se puede pasar por encima del técnico. Lo importante es que la rodilla va respondiendo bien", esgrimió Lucho, a quien, de a poco, le fue costando hablar sin hacer referencia a las sensaciones del reencuentro con los hinchas en el Gigante de Arroyito. "Apenas llegué dije que había sido especial haber firmado y después entrenar nuevamente en el club. Lo que viene seguramente será especial también, porque será vestir nuevamente la camiseta que uno tanto quiere".
Siempre se dijo que Figueroa es de esos jugadores a los que no hay que explicarles absolutamente nada acerca del mundo Central. De los tipos que llegan, se ponen la camiseta y salen a cancha sin problemas. Y su vuelta se da justo en un momento particular, en medio de un arranque difuso en el torneo, con apenas un empate (River) y dos derrotas (Racing y Tigre). "Ojalá me toque absorber a mí la responsabilidad y que los chicos se liberen un poco. De todas formas no soy yo el que va a agarrar la pelota en la mitad de cancha, pasar a tres o cuatro rivales y convertir... Sí, la gente va a querer que haga goles, pero a la hora de exigir preferiría que lo haga conmigo y no con los chicos".
En medio de ese cúmulo de "sensaciones" a las que hizo referencia, Figueroa se mostró realista en cuanto a su situación futbolística. "Es lógico que me falte ritmo. Me doy cuenta en los entrenamientos, pero ese ritmo se agarra jugando", dijo. Claro que se mueve en un sector del campo de juego bien determinado y que con goles esa falta de competencia podría pasar inadvertida. "Si tengo la suerte de convertir la confianza ya va a ser otra", señaló.
Por ahora todo se trata de una mera chance, pero muy cerca de concretarse. Después de la práctica matutina de hoy Cuffaro Russo decidirá cómo verán los hinchas canallas a Figueroa mañana frente a Chacarita. No hay dudas de que algunos minutos jugará, aun ingresando desde el banco de los suplentes, pero todos los caminos parecen conducir al mismo lugar. Mañana en el Gigante de Arroyito habría Lucho desde el minuto uno.