Central se quedó en el intento

Las dos caras de la moneda. Eso fue Central anoche contra Chacarita. Porque desde ese primer tiempo prolijo, con despliegue, una pizca de fútbol y la ventaja transitoria viajó a un adormecimiento tal que aquella imagen quedó en el olvido. Sin escalas. ¿Fue justo el empate? Sí. Está claro que Central tuvo las mejores chances, pero en eso también quedó en deuda, en no convertir lo poco que generó. Igual volvió al gol, lo que no es poco. Más allá de eso, acá lo que cuentan son los puntos y Chacarita invitaba al máximo esfuerzo, pero no sólo desde lo físico, sino también desde lo futbolístico. De allí la angustia que generó el empate ante un rival directo.


 Una parte de la mirada estaba puesta en la vuelta de Figueroa, pero el marco excedía ese tipo de detalles. En medio había un partido bravo, de esos que pueden marcar una especie de bisagra. Para llevar adelante el plan de la búsqueda de la victoria Central obró como debía sólo una parte del partido. Fue cuando presionó con una enjundia propia de lo que se estaba jugando, no dejándole chance a un Chacarita que sólo debió apostar a alguna jugada con pelota detenida.

   En ese cuadro de situación la luz de ventaja la sacó Lucas Moya. El catamarqueño se movió inteligentemente a espaladas de un lento Zarif y desde su sector llegaron las primeras jugadas de riesgo. Como el tiro libre que ejecutó allá por los 8’ para que Lucho Figueroa le rompiera el travesaño a Terremoto Cejas. Fue un aviso.

   Cinco minutos después otra vez Moya fue por izquierda y su centro terminó con un cabezazo de Emilio Zelaya. Y a los pocos segundos el ayer reemplazante del Yacaré Núñez metió un zapatazo de aire que se fue apenas desviado. Claro que todo esto era gracias al buen sostén que nacía desde el fondo y que ayudaba a transformar cada avance en una complicación para el funebrero. La luz apareció después de aquel centro de Jonatan Gómez que Figueroa no alcanzó a conectar y que el Cachi Zelaya envió a la red de palomita. Por primera vez en el torneo Central era claramente superior al rival.

   ¿Qué pasó después? Aquel libreto que tan buenos dividendos había otorgado quedó en el arcón de los recuerdos. De allí en más todo pasó a ser de Chaca. Pelota y terreno, aun sin complicar demasiado a Galíndez. Igual, esa pelota que Chitzoff tiró afuera delante de Cejas (62’) y el sablazo de Caraglio que Terremoto mandó al córner (73’) parecieron de otro partido.

   Es que Chaca actuaba como debía en medio del repliegue canalla, lo que obligó a los pupilos de Cuffaro a cometer muchas infracciones en su propio campo. Justo contra Chacarita, que hasta aquí convirtió casi todos sus goles de pelota parada. Por eso no extrañó el cabezazo de Lisandro López a cinco del final.

   Así, lo que no tenía que pasar pasó. El triunfo que debía ser no fue. Si de cada cachetazo (lo de ayer no fue tal) se saca algo positivo, Central deberá aprender de esta lección. Deberá entender que un minuto que regala puede costar demasiado caro.

Fuente: LaCapital.com.ar