A los veinte minutos del segundo tiempo, el árbitro Gabriel Favale dijo basta. No va más. La lluvia sacó de los órdenes de la normalidad al partido y lo suspendió criteriosamente. No se podía seguir jugando, la cancha era un charco gigante, la pelota no respondía a ningún estímulo y los jugadores estaban expuestos a sufrir alguna lesión.
El agua se llevó la esencia de un encuentro deportivo y lo transformó en una anécdota repleta de incomodidades. Por eso Newell’s y Argentinos Juniors dejaron pendientes veinticinco minutos después de un cero a cero que no le aportó nada a ninguno.
Favale decidió suspender el encuentro cuando faltaban 25 minutos. (Foto: D.Neustadt) Los rojinegros no encontraron lo que fueron a buscar. Más allá de las inesperadas inclemencias climáticas, no estuvieron cerca de establecer la reacción que necesitaban tras la eliminación en la Copa Libertadores de América en manos de un endeble Emelec. Los conducidos por Roberto Sensini no exhibieron signos confiables desde lo futbolístico y si bien la lluvia desdibujó por completo el encuentro, el primer tiempo sirvió para ver un conjunto que todavía sigue confundido y que no puede superar sus circunstancias.
Las manos de Sebastián Peratta volvieron a ser el concepto más saliente. Pero sus actuaciones destacadas desnudan muchos males que aún persiguen a este Newell’s. El uno leproso tapó cinco pelotas con suficiencia, dos veces a Pavlovich y una a Coria en el parcial inicial, y agregó otras oportunas apariciones tras un cabezazo del Buitre y un disparo envenenado de Oberman, ya con la cancha mojada del complemento y una densa cortina de agua que atentaba contra el desarrollo del juego.
La visita fue puro empuje, pero evidenció una gran dosis de ceguera. Si se toma en cuenta el período de tiempo que se disputó sin agua, Newell’s nunca pudo imponer su presencia, regaló muchas intermitencias y el nuevo dibujo (4-4-2) sólo sirvió para exponer algunos vacíos tácticos inexplicables. Leonel Vangioni se perdía y no encontraba su posición cuando Oberman se recostaba por la banda izquierda. El paraguayo Estigarribia se perdió en su insoportable levedad, nunca ayudó para atacar ni para defender y tampoco logró establecerse como un socio para el Gato Formica.
En ese marco de confusión el dueño de casa era más y los ataques de la Lepra eran intentos sin claridad que se desvanecían cerca del área de Peric. Así no pudo ser agresivo ni contundente. Sólo en los últimos diez minutos de ese tiempo pudo equilibrar la balanza del juego pero sin lastimar.
Argentinos, con la desfachatez de Oberman y Coria, el oficio de Mercier y Ortigoza y el espíritu de lucha de Nicolás Pavlovich y el eterno Calderón lo puso en aprietos a Newell's y le siguió sumando dudas al punto de inflexión en el que se encuentra estacionado.